#1 Tras la muerte.

W E L C O M E
PEQUEÑOS UNIVERSOS



Índice:

↪Bienvenida.🎔
↪Después de la muerte.







Bienvenida ♥️

¡Hola pequeños universos! 💛
Espero que estéis genial. El post de hoy es una historia, un pequeño cuento, un tanto amargo porque habla sobre la realidad. Espero que os haga sentir.
With love, L.K



Tras la muerte:

Me estoy viendo. Sí, a mi misma. Mi cuerpo está tumbado en una cama de un apartamento del que no sé nada. A decir verdad, no me acuerdo de nada. Es muy frustrante y más cuando me han asesinado, dato que sí sé porque estoy sangrando de una herida del pecho. Pero no sé quién es su autor o autora.
Me estoy mareando, espera, ¿un espíritu se puede marear? No sé, pero no es muy agradable verme en estas circunstancias.

Se oyen pasos y abren con fuerza la puerta, qué susto de muerte…, nunca mejor dicho.

-¡Victoria! – chilla una mujer.

¿Quién será? La mujer se me acerca y sin tocarme, a una distancia prudencial comienza a llorar. Me duele verla así, aunque no me acuerdo de quien es, siento, si es que puedo sentir, que es alguien especial.

La mujer aparenta mi edad, de la que tampoco me acuerdo. Tiene el pelo negro, a la altura de los hombros y tiene un flequillo largo por debajo de los ojos. Unos preciosos ojos rasgados de color marrón.

Mientras la observo el cuarto se va llenando de personas. La apartan de mi lado, me fotografían. Hablan unos con otros, hay mucho ajetreo. Decido acercarme a la mujer asiática que está, entre lágrimas, hablando con un hombre de pelo rizado y marrón.

-Yuno.- así parece ser el nombre de la mujer asiática.- tienes que relajarte, respirar hondo…-

-¿Cómo ha podido pasar? La debí haber protegido mejor. Victoria…-

No pudo acabar la frase. Me sentí terriblemente mal por el mero hecho de que por mi culpa lo estaba pasando mal, llorando.

Los días siguientes me pegué a Yuno, quería averiguar todo lo posible sobre mi vida pasada y ella me trasmitía confianza. Resultó ser que Yuno era mi pareja, lo que sentí aún muerta no era un suspiro por volver a vivir, era amor. El chico que estaba consolando a Yuno era Jordi, un amigo que tiene diez gafas de pasta, todas en colores diferentes.

Yuno es policía y Jordi forense. Lo conoció trabajando y un día quedamos para cenar con más amigos, nos lo pasamos genial y nos cayó tan bien que se convirtió habitual su presencia en nuestros viernes de vino y queso en “Muelle 21”, un restaurante al que Yuno es adicta, y yo… lo era.
También resultó que los recuerdos de mi etapa como persona viva venían a mi progresivamente y en desorden.

El primer recuerdo que llegó a mi fue uno horrible, que una parte de mi hubiera deseado que se quedara ahí en el olvido, pero otra sabe que gracias al dolor que me trasmite me hizo mejor y más fuerte. Lo recordé al segundo día de mi muerte. El recuerdo eran mis padres, y como me repudiaron cuando les confesé que estaba saliendo con Yuno, como quedándome dos años para acabar el grado de traducción e interpretación tuve que huir a la casa de Yuno dónde vivía con sus padres adoptivos. Desde ese día no volví a hablar con ellos. Y ahora estoy muerta. Odio como me trataron por amar y sentir algo que para ellos parecía malo, pero son… eran mis padres, no me aceptaban y yo corté toda posibilidad de arreglar las cosas.

Miramos al futuro y parece que queda mucho tiempo pero ante el futuro solo queda trozos de destino, trozos que en cualquier momento se destruirán, así que es ese tiempo el que debemos invertir en demostrar quienes somos, luchar por nuestras ideas y amar. Nunca sabes cuándo vas acabar muerta, apuñalada en el apartamento  de un desconocido, deseando que todo sea una pesadilla de la que al despertar me pueda ir a “Muelle 21” con ellos y contarles mi extraña pesadilla. Pero no. Esto es real. Estoy muerta.


Yuno no lleva mi caso, no se lo permiten, lo mismo con Jordi, no le dejaron hacerme la autopsia porque tienen vinculo sentimental conmigo, la víctima. Pero les informan de todo, incluso de más de lo que deberían por la confianza que tienen entre compañeros.

-No, aún no hemos encontrado el arma.-

-¿Aún no?- Protesta Yuno.- Si me dejaran participar en el caso…, yo….-

-Tu nada Yuno, lo máximo que harías sería enloquecer… sabemos lo que te importa Victoria.- Le decía Clara, una compañera de trabajo.

Me conmueve que hable de mi en presente, pero a su vez me entristece. La vida es una droga, de esas de las que no te das cuenta de lo adictiva que es hasta que te la arrebatan.


-¿Nada nuevo?- Suspira cansada Yuno.

- Nada.-

Jordi y Yuno están en “Muelle 21”, se encuentran en la barra de la ventana que tiene tres taburetes, ahora uno vacío. Beben el que era mi vino favorito, con una tabla de quesos muy curados, cosa que les encanta, pero yo prefería unos más light.

-Creo que tenemos que hacer algo. Creo no, debemos hacer algo.-

-Yuno…, nos lo han prohibido. Es una tontería.  Deberíamos intentar seguir, esto es parte de la vida, solo que esa parte le ha llegado demasiado pronto a Victoria.-

- Pero no me puedo quedar tranquila sabiendo que su asesino esta por ahí.- Le da un largo trago de vino a su copa y suspira soltando el peso de tenerme en su mente.- Jordi…, la hecho de menos… su largo pelo marrón con sus graciosos rizos…, sus ojos, sus preciosos ojos verdes esmeralda con esos toques amarillos. Sus curvas que tanto la atormentaban, ¿no le dije lo suficiente lo preciosa que era? Que sus curvas no son malas, que aún así es… era la mujer más guapa que he visto en mi vida… dime Jordi… ¿no se lo dije lo suficiente?-

Jordi la mira con ternura y Yuno estaba llorando desde el trago de vino. Mientras la observo noto algo en mi mejilla. Lo toco. Una lágrima. Un fantasma llorando, con sentimientos. Ojalá estar viva, ojalá no estar muerta, ojalá abrazarla una vez más.


El segundo recuerdo que decidió volver lo hizo la mañana del siguiente día en el que había experimentado llorar estando muerta. Este recuerdo era más feliz. Trataba sobre mi infancia. Me recordé de pequeña, con unos diez años, mis padres estaban explicándoles a una amable pareja de jóvenes japoneses dónde se encontraba una iglesia. Yo los escuchaba, mi madre, licenciada en filología inglesa les daba unas perfectas indicaciones. Lo entendía todo porque mis padres se encargaron de criarme de forma bilingüe, tratando al inglés como si fuera mi lengua nativa. Cuando mi madre terminó de explicarlo la joven pareja habló en japonés. Me encantó el sonido del idioma, así que les pregunté a mis padres qué lengua era, ellos me respondieron, pero lo que no sabían era que esa lengua se iba a convertir en mi pasión. Al principio la aprendía de forma autodidacta, después mi madre, al ver mi empeño y al ser ella también amante de una lengua me apuntó a clases al entrar al instituto.

Por amor a la lengua le hablé a Yuno, creía que por que tuviera apariencia asiática iba a saber automáticamente japonés. Yuno fue adoptada cuando era un bebé, y no sabe nada de japonés, es más yo le enseñaba algunas expresiones.

Al tener el recuerdo feliz con mis padres me entró curiosidad sobre como estarían ahora. Así que me las apañé para saber dónde viven y fui a visitarlos. Parece que llegué en el momento adecuado, estaban hablando de mi en el salón de la casa de mi infancia, mirando fotos de cuando era pequeña. Estaban llorando…, por mi. Volví a llorar, debí haber hablado con ellos cuando estaba viva.

-Cariño… ¿te acuerdas de esta foto?- decía mi padre.- se empeñó un día en ir al colegio en tres coletas, que tuve que hacérselas, no me pude contener a hacerle una foto.-

Mi madre asintió con lágrimas en los ojos. Mi padre es fotógrafo así que en casa hay varias estanterías llenas de álbumes, yo era hija única, así que la mayoría de fotos eran mías, pero solo hasta la adolescencia.

-Mira.- mi madre le pasó una foto donde yo estaba vestida elegante, estaba en mi graduación de bachillerato.- qué guapa era… ¿por qué no la aceptamos cuando estaba viva? No sé, siento que actué de manera estúpida.-

-Lo hicimos, actuamos de forma muy estúpida. Creíamos que aceptar eso era antinatural, y lo antinatural fue nuestra reacción. La dejamos marchar y ahora está muerta, asesinada. Debimos haberla aceptado, tenerla a nuestro lado cuando la sociedad ya es lo suficientemente cruel para que nosotros hubiéramos dicho y hecho esas cosas. Tuvo que soportar tanto… y fue parte nuestra culpa.-
Mi padre había empezado a llorar también. Yo miraba las fotos porque si los hubiera mirado, sabía que una lluvia de lágrimas volvería a caer de mis ojos.

-Victoria, hija mía. No sé si desear esto funciona, pero por favor escúchalo desde dónde estés.- dijo mi madre mientras miraba al techo.- perdón, lo siento muchísimo, sé que ahora no vale nada, que me he dado cuenta demasiado tarde, pero te lo quiero decir para que al menos allí sepas que te quiero, tu padre y yo te queremos. Y que sentimos todo el daño que te hemos provocado. Victoria, te quiero… -
La miré al fin y la lluvia que se estaba formando en mis ojos se convirtió en tormenta de agua en mis ojos, pero no solo en los míos también en los de mis padres. Abracé a mi madre.

-Cariño, la siento, aquí.- se señaló el corazón e intentó limpiar algunas lágrimas que caían sin cesar.



Miro a Yuno con la misma cara de extrañada que Jordi. Están delante del portal del piso en el que encontraron mi cuerpo. Yuno explica al fin de que van a entrar para registrar, saben que el cuerpo de policía lo hará dentro de tres días porque antes tuvieron que arreglar unos asuntos con el casero corrupto, que al no llevar contrato de alquiler y al pedir el dinero siempre lo hacía en físico, les dejaba con menos pistas aún.

Están subiendo las escaleras, Yuno con seguridad y Jordi con miedo. Pobrecito, nadie puede quitarle a Yuno una idea de la cabeza. Aunque al entrar ella vacila un poco, va directa a la escena del crimen dónde ya no hay rastros de sangre pero si de cinta policíaca. Ambos se ponen a rebuscar en los cajones, armarios y donde fuera, con, obviamente, unos guantes.

-Yuno… no creo que sea buena idea.- se queja Jordi.

-Calla y busca.-

Es un poco brusca cuando está en faceta de policía. Pero también está guapísima con esa faceta seria. Yuno rebusca en la cómoda y encuentra un papel que levanta triunfante. Pone que es de mi parte, y que es para ella. Vaya, que mala letra tenía.

-Jordi mira, Victoria me escribió una carta.-

Jordi le anima a abrirla y a que la lea, aunque ella mira con miedo el trozo de papel, lo abre.

-Hola Yuno.- empieza.- Si estás leyendo esto puede haber dos opciones. Que este viva pero violada, o que este muerta y violada.- para en seco. ¿Qué? ¿Fui violada?- ¡¿Había indicios de violación?! ¡La han herido de una manera terrible! Y ni lo sabía. ¿Por qué no nos han dicho nada? No puede ser, no me lo puedo creer… no…-

Jordi la mira afectado por lo que acaban de descubrir. No…, no, no…, estoy empezando a recordar lo que pasó. Es... horrible, terrible... no...

Estaba de camino al piso en el que vivo con Yuno, era muy tarde porque había ido a una reunión de exalumnos. Estaba caminando tranquila y unos chicos empezaron a gritar cosas sobre mi cuerpo,    << qué buena estas, ven aquí guapa, esas piernas me traen loco.>> Cosas así, como su fuera algo bueno. Asquerosos. Yo los ignoré pero ellos seguían y me perseguían, hasta que el que parecía el cabecilla se acercó más de lo normal y me cogió del brazo, me conseguí zafar, pero se enfadó más, yo ya estaba corriendo para volver con Yuno. Pero sus amigos que llegaron, me agarraron del cuello, manos, grité y nadie me escuchaba pero ellos parecían estar pasándoselo bien. Volví a intentar gritar pero me taparon la boca. Con la chaqueta de alguno que apestaba a droga me taparon la cabeza, me inmovilizaron y cargaron conmigo hasta el piso. Allí me dejaron en la habitación dónde más tarde me matarían. Me golpearon y salieron por un momento. Ese fue el momento que aproveché para escribirle esta carta a Yuno, sabía que la encontraría. Cuando el cabecilla volvió a entrar ya sabía lo que me pasaría. Luché para liberarme de él, de lo que quería hacerme y me mató.

Jordi y Yuno se acunan el uno al otro. Tienen los ojos rojos de tanto llorar, acaban de terminar de leer la carta, donde cuento todo lo que me pasó, cómo eran el físico del cabecilla y de algunos de sus amigos, todos los detalles que pude.

Veo una luz, al parecer eso es real, sonrío amargamente recordando las historias de mi madre. Lo miro a él, el mejor amigo que pude desear, al que yo ahora le deseo toda la felicidad que se pueda tener. La miro a ella que tanto me ha dado y lo único que deseo es que me olvide, porque sé le costará, quiero que se vuelva a enamorar, que vuelva a sentir, y que alguien la cuide y quiera como nadie. Pienso en mis padres y les lanzo un gran abrazo, espero que sepan que les perdono, se dieron cuenta y eso es lo que importa. Pienso en los que me hicieron esto y solo quiero que no le hagan nada a nadie, hombre o mujer. Deseo que esto no le pase a nadie, conmigo es suficiente.

Y con eso sé que estoy preparada para cruzar ¿al más allá?, como sea. Creo que parte de la muerte es aceptarla, sonreírle y que no piense que le tienes miedo. Las cosas pasan, ojalá algunas no lo hicieran, pero siempre hay que afrontarlas con la cabeza bien alta. Siempre, dando lo mejor en todo lo que te gusta y te hace feliz.




L.K


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